Carta a Diego Martínez (II)

Fuente: Osasuna.es


Estimado Diego:

Lamentablemente, ha llegado el final de la temporada de Osasuna. Por eso he sentido la necesidad de escribir estas líneas, porque creo que este es el momento más indicado para hacerlo. Debo admitir que ayer no vi el partido, tenía programado un evento desde hace unas semanas y no puedo partirme en dos. Me sorprendí a mí mismo cuando me di cuenta de que no me importaba demasiado perderme el choque, me preocupó bastante, de hecho. Es verdad que no me separé del móvil para poder ir leyendo, al menos, cómo transcurría, pero apenas aparecieron nervios en mí ni en la previa, ni durante el duelo. Y ese sentimiento de desconexión, y eso es lo más doloroso, no ha sido sólo mío, una gran parte de la afición no se ha sentido identificada con este equipo desde hace muchos meses, pese a que ahí hemos seguido, al pie del cañón, jornada tras jornada.

La casualidad quiso que acabase, a eso de la 1:30 de la madrugada, caminando en solitario por las desiertas calles de la Txantrea, de camino a mi casa. No pude evitar que mi cerebro estableciera ciertas conexiones, rebuscadas quizá, pero que cobraron sentido en mí. No sé si a lo largo de este año ha tenido la oportunidad de conocer este barrio pero, por si acaso, le explico algunas cosas para que me entienda. La Txantrea es el Barrio, con mayúscula, por excelencia de Pamplona. No porque sea una zona laureada, si no porque se trata de un lugar que sigue poseyendo ese sentimiento de barrio, de pertenencia, que tan difícil se hace de encontrar hoy en día. Es un barrio combativo, es un barrio luchador, es un barrio que aporta a la sociedad lo que otros no hacen. Aglutina todos esos valores que siempre le hemos presupuesto a Osasuna y que tanto nos cuesta intuir ahora mismo en el equipo. Si volviésemos a ser la Txantrea del fútbol, otro gallo cantaría.

Estoy seguro de que se ha dado cuenta que aquí nos conformamos con poco, con muy poquito. Es bastante probable que seamos la afición más conformista del mundo y, quizá, ese sea nuestro punto más fuerte y más débil a la vez. Se habrá percatado de que en El Sadar vibramos con un simple córner, nos ponemos de pie para ovacionar a un canterano que debuta y nos dejamos las manos aporreando las vallas cada vez que uno de los nuestros corre como un demonio para salvar un saque de banda. Ya ha visto que se han escuchado pitos en partidos que han acabado con victoria y ovación cerrada el día que nos enfrentamos al Zaragoza, pese a perder. Sin embargo, y por lo que he ido leyendo, después de jugar mil “finales” esta temporada, ayer el equipo no da la talla. No pretendo volcar todas las culpas en su figura porque sería injusto, pero que usted es uno de los máximos responsables (si no el que más) del fracaso de este curso está claro.

Y sí, es un fracaso lo que hemos vivido. Después de gastarnos una cantidad de dinero muy importante en fichajes, de contratar a algunas de las mayores figuras de la categoría, de recibir la calificación de “equipo a batir” por parte de nuestro presidente esperábamos, al menos, alcanzar la Promoción. Sí, es cierto que llegamos al último partido dependiendo de nosotros mismos para lograrlo pero, aunque se hubiese conseguido, la imagen ofrecida durante todo el año no auguraba un ascenso, ni siquiera un merecimiento claro de estar ahí. Me cuesta encontrar tres partidos realmente buenos esta campaña y eso no es aceptable, para nada.

Quizá considere que estoy siendo demasiado duro, que a los proyectos hay que darles una continuidad para que terminen funcionando. Lo cierto es que no cuenta con el apoyo de la afición y continuar con alguien al frente que no ofrece confianza no suele ser la mejor opción. No dudo de sus capacidades como entrenador, dudo de que sea el técnico óptimo para dirigir a un equipo como Osasuna. Sinceramente, espero que la temporada que viene no sea nuestro míster y que tenga mucho éxito en sus retos profesionales futuros. Mucho ánimo y hasta la vista.

Comentarios