Kike Barja pelea por un balón frente al Valladolid B | Fuente: CA Osasuna |
Se pone punto y final a una
temporada desastrosa, una temporada para olvidar. O para recordar. Olvidar las
penurias para centrarse en el futuro, recordar los errores para no volver a
cometerlos. Porque los ha habido y muchos, la planificación deportiva ha sido
tan bochornosa que ha precipitado unas elecciones anticipadas y, por fin, la
más que posible salida del Club de uno de sus mayores responsables: Petar
Vasiljevic.
Análisis de lo acontecido ya se
han hecho, muchos y durante toda la temporada. Ahora lo ideal es mirar al
futuro e intentar volver a ilusionarse. A la afición rojilla nos hace falta
poco para ilusionarnos, pero ese poquito hay que lograrlo. A falta de confirmación
oficial, el encargado de tal tarea es Braulio Vázquez, el hasta ahora Director
Deportivo del Valladolid. De su mano llegará a Osasuna, también, el entrenador
encargado de hacer carburar al equipo. Varios son los nombres que han sonado
para este puesto: Paco Herrera, Anquela, Diego Martínez… La cuestión es: ¿ilusionan
estos nombres?
Todo dependerá de gustos
personales, pero en opinión de un servidor, no ilusionan en absoluto. O, dicho
de otro modo, a mí no me ilusionan nada, ni Braulio ni ninguno de los
entrenadores que suenan. Y fundamentalmente es así porque no consigo identificarme
con ellos, no identifico a Osasuna con esos nombres. No es una cuestión de que
cada puesto de responsabilidad del Club tenga que ser para alguien de la casa
(que luego te acusan de “taliboina”), se trata de que quien llegue tiene que
conocer al dedillo la idiosincrasia de la entidad, las categorías inferiores y los
valores que aquí se mueven. Eso, o rodearse de gente que sepa de buena tinta
todo esto y dejarse asesorar como es debido. En cualquier caso, por ahí mal
empezamos.
Sin embargo, la noticia del
ascenso al primer equipo de Kike Barja y la pretensión de hacer lo propio con
Miguel Díaz o Álvaro Fernández sí que son cosas que ilusionan y te hacen
identificarte con este Osasuna. Son tres de los promesas que más se han ganado
a pulso el salto al primer equipo, pero llama poderosamente la atención que,
sin tener todavía entrenador, se estén tomando estas decisiones. A no ser que
haya entrenador trabajando en la sombra. De todas formas, la supuesta intención
de contar con Álvaro para dar el salto y la noticia que publicaba Navarrasport informando de que Osasuna
pretende fichar un portero titular, son incompatibles. Si Álvaro sube, lo tiene
que hacer para ser titular, para jugar. Un portero de su talla, con su futuro y
su edad no puede estar chupando banquillo en ningún caso. Si confiamos en los
chavales, hagámoslo de verdad.
Ahí es donde me surge la idea de
si la identidad y el resultadismo están enfrentados. No lo considero así, pero
da la sensación de que esto sí ocurre desde algunos ámbitos. Desconozco si hay
gente preparada en la casa para ocupar la dirección deportiva, pero considero
que sí la hay para ocupar el banquillo. ¿Traer gente de fuera con experiencia
te garantiza resultados? Desde la experiencia de Caparrós, tiemblo sólo de
pensarlo. Pero, a priori, lo que sí que trae es una pérdida de identidad. Repito,
si ha de venir alguien de fuera, que comparta los valores rojillos, que sea
alguien del corte de Mendilibar, por ejemplo.
Con todo, es el momento de
limpiar la plantilla. Las ocho bajas seguras, alguna posible venta y más de una
rescisión (es lo que me gustaría que hubiese) deben ser cubiertas por el filial
y pocos y buenos fichajes. Las medianías que se queden donde están, quien venga
aquí de fuere debe marcar diferencias. Cinco o seis fichajes y el aterrizaje
definitivo como profesionales de varios chavales son la clave.
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