Fuente: Osasuna.es |
Corría la temporada 14/15.
Osasuna, inmerso en una crisis deportiva e institucional de dimensiones épicas,
anunciaba que haría la pretemporada con el primer equipo un tal Kenan Kodro. No
hubo ninguna noticia anteriormente de su llegada al Club y a muchos pilló por
sorpresa. Sin un comunicado sobre su fichaje, ni una reseña en prensa,
aterrizaba el donostiarra en Pamplona. Fichado “para el Promesas”,
prácticamente no jugó con el filial rojillo. Aquello fue más bien una
triquiñuela para contar con un jugador más ante el límite de 18 fichas
establecido por la Liga para aquél curso.
Kenan no destacaba especialmente
por encima de nadie. En su primer curso tan sólo anotó dos goles: uno con mucha
fortuna y otro de penalti. Su trabajo, eso sí, era encomiable. Un delantero de
esos que se parten la cara en cada partido y en cada entreno. Fue una opción de
recambio, siempre por detrás del gran Nino e incluso de Ansarifard. Sin
embargo, siempre estuvo ahí, peleando y sin una palabra más alta que otra.
Incluso le llegó, en aquél mercado de invierno, el premio de tener una ficha
profesional.
Su segunda temporada con los
rojillos no fue mejor. De nuevo, se encontraba con Nino por delante y con el
recién llegado Milic en varias ocasiones. Además, el esquema propuesto por
Enrique Martín suponía que el acompañante de Nino fuese alguien con más
movilidad. Por ello apostó por jugadores de banda como Pucko o Berenguer. En
las pocas oportunidades que tuvo dejó su sello: tres goles y su característica
e incansable pelea. Fue en el PlayOff de ascenso cuando se destapó con otros
tres goles que fueron fundamentales para subir. Para el recuerdo el gol
definitivo, el gol del ascenso a Primera División en Girona. Toda la afición
vivimos aquel momento a cámara lenta, como si se tratase de Mátrix. Roberto
Torres mandaba un pase largo magistral, Kenan recogía el balón y lo conducía
hacia el área rival durante unos segundos eternos. Como colofón, colaba la
pelota por la portería rival desatando el delirio en aquella esquina de la
grada, que se vino abajo literalmente. Kenan dejó de ser Kenan para convertirse
en Don Kenan Kodro, héroe de Girona. Entraba en la historia de Osasuna por la
puerta más grande posible.
Cuando este hecho parecía
asegurarle prácticamente un puesto en el once de ese Osasuna de Primera,
tampoco fue así. Comenzó la temporada como titular, con Enrique Martín en el
banquillo, pero poco a poco fue perdiendo protagonismo. Con la llegada de
Caparrós tampoco cambió su situación y Vasiljevic tampoco hizo por cambiarla.
Sergio León, Oriol Riera y hasta Rivière estuvieron por delante de él. Pero
cuando menos le esperábamos, apareció. El técnico serbio decidió apostar por él
en algunos encuentros fuera de casa, como en Anoeta o en Gran Canaria, y Kodro
respondió con goles. Al final no quedó más remedio que darle la titularidad también
casa, y siguió respondiendo con tantos. En total, siete dianas en lo poco que
jugó, obteniendo un ratio de goles por minuto jugado escandaloso.
Con tan sólo un año de contrato
por delante y una ficha mínima para Segunda División, el bosnio ha decidido
partir rumbo a Alemania. Quiere ir al Mundial con su selección, quiere tener
minutos en una liga potente y por ello se ha marchado. Se nos va un jugador que
siempre ha dado la talla, que ha trabajado como el que más, que ha demostrado
unos valores propios de cualquier hombre de casa. Siempre criticado por un
sector de la afición, siempre olvidado por los entrenadores del equipo, Kenan
ha resultado ser la revelación inesperada de la temporada. Por ello es de
recibo decir que Osasuna le debe más a Kenan que a la inversa, por mucho que
haya gente que se empeñe en lo contrario. El delantero se va al mejor postor y
Osasuna ingresa un dinero quizá insuficiente, pero era lo máximo que podía
obtener.
Gracias por tanto Kenan, nunca te
olvidaremos. Ojalá algún día vuelvas a vestir nuestra camiseta.
Como colofón, un vídeo con los 15 goles de Kenan con la zamarra rojilla, cortesía de @J18Klinsmann
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