Fuente: Osasuna.es |
Cuando llega un nuevo fichaje a
Osasuna acostumbramos a pedirle que aporte un plus de calidad al equipo y que,
encima, esté comprometido con la causa. La exigencia puede parecer enorme,
dicho así, pero luego tampoco es tanto. Ese plus de calidad no supone que
tengamos que traer a jugadores de talla mundial que resuelvan ellos solos un
partido, aunque ojalá. La idea suele ser que, si se va a invertir dinero y
esfuerzo en contratar a alguien, este mejore claramente lo que hay en casa y
refuerce una posición que anda coja. Si no, no compensa.
Siempre es realmente complicado
acertar con todos los fichajes que se llevan a cabo, y más cuando son muchos,
como es el caso de esta temporada. La afición ya está acostumbrada a ver cómo
cada año alguien nuevo fracasa. No es algo extraño en el mundo del fútbol, es
totalmente habitual. Pero cuando, tal y como sucedió la campaña pasada, superas
la decena de contrataciones y la mayoría acaban saliendo al año siguiente, algo
no funciona. Dos fueron los jugadores que se llevaron el grueso de los elogios,
ambos por las cualidades citadas anteriormente, pero por separado. Por un lado,
Sergio León aportó esa calidad, de manera indiscutible, anotando 11 tantos (la
mayoría de bella factura). Sin embargo, su compromiso siempre estuvo en
entredicho debido a sus continuos gestos, protestas y discusiones hacia sus
compañeros, su negativa a calentar en algún partido y su rápida firma con el
Betis, siendo aún rojillo. Por otro lado, Fausto Tienza aportó el compromiso,
la garra, los arrestos. Siempre se le vio integrado en el bloque, con ganas de
aportar, gritando, mandando e imprimiendo carácter. Pero técnicamente se le vio
siempre muy limitado, con una incapacidad preocupante para jugar la pelota.
Puede que sea pronto para
valorar, pero parece que este año ha aterrizado en Pamplona un hombre que
acumula ambas virtudes. Viene desde Argentina y nombre es Joaquín Arzura. El de
Campana, Buenos Aires, parece un tipo reservado, tímido. Costó verle sonreír hasta
en el día de su presentación. Sin embargo, ha encandilado a la parroquia
rojilla con sus primeras actuaciones. Se trata de un pivote de perfil
defensivo, un perro de presa que abarca muchísimo terreno y no deja pasar a
nadie por su zona. Alguien que no da un balón por perdido, que pelea cada pelota
como si fuera la última. Si llega el minuto 90 y hace falta recorrer todo el
campo para presionar un balón, Joaquín lo hace. Si hay que arañarle unos
segundos al crono, a él se le suben los gemelos si hace falta. ¿Que es necesario
cortar una contra por un fallo de un compañero? Arzura suelta una patadita y
abronca al jugador en tensión para reclamarle tensión.
No contento con eso, el argentino
ha roto descaradamente con uno de los tópicos que se le impusieron nada más
llegar. De las primeras cosas que se dijeron de él fue que no tenía capacidad
de jugar el balón. Nada más lejos de la realidad, Arzura sabe mover la bola
perfectamente. Sin ser un dechado de virtudes, muy pocos son los fallos que se
le pueden contabilizar en cada partido. Queda claro que no es un centrocampista
constructor de juego, pero, aún así, desplaza el balón mejor que otros
compañeros a los que se les presupone una mayor capacidad.
Quedan muchas jornadas por
delante, pero en este arranque de la competición, Arzura ha demostrado que
puede ser uno de los fichajes de la temporada. Combina garra y calidad y
recuerda, inevitablemente, al gran Pablo García. Parece que posee un ADN 100% rojillo. La mayor pega es su condición
de cedido, aunque tiene una opción de compra que veremos si es asumible para el
club. De momento, lo que sí que podemos decirle es: ¡che pibe, qué bueno que
viniste!
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