En Invernalia también queremos fútbol

Fuente: Osasuna.es

En los últimos años rara es la vez que vemos nevar y cuajar en Pamplona. Atrás han quedado aquellas intensas nevadas que te hacían hundir los pies bajo centímetros de nieve y te retrasaban fueras donde fueras. Y aun así, en ocasiones, se jugaba a fútbol en El Sadar.

Lo vivido ayer en el feudo rojillo fue un auténtico esperpento, un ridículo de dimensiones épicas. Tras la nevada caída durante la mañana, unos minutos antes del arranque del choque el césped de El Sadar lucía totalmente verde. Unas buenas condiciones para jugar sin problemas. Sin embargo, a falta de unos 20 minutos para que el encuentro diese comienzo, un fuerte chubasco de nieve provocó que el verde se volviese blanco. Un aspecto engañoso, en cualquier caso, dado que la capa de nieve apenas sumaba 1-2 centímetros de espesor y se derretía bajo los pies de los futbolistas.

Entonces fue cuando comenzó el espectáculo circense, protagonizado por árbitro y Nàstic. El equipo catalán llegaba al partido con numerosas bajas y forzó la situación al límite para no tener que jugar. Mintieron como bellacos diciendo que había placas de hielo en el campo y el colegiado picó. El balón rodaba perfectamente, no había hielo más que en el cerebro de algún rival y la nieve se fundía con cada pisada. Para colmo, el balón de invierno de La Liga no sirve para jugar en un campo nevado porque no se ve. De auténtica risa. Con esto, el Nàstic consiguió ganar tiempo y huir como ratas a su tierra. Porque en el césped se jugaban su integridad física, pero volviendo de noche en autobús por carreteras nevadas y heladas no. Una lógica aplastante.

Ayer y hoy, aficionados del Zaragoza aprovecharon para reírse y recordar la suspensión del partido contra su equipo hace tres temporadas. Todos sabemos el refrán: “cuando un tonto coge un camino, el camino se acaba y el tonto sigue”. Las diferencias entre ambas circunstancias son evidentes. En aquella ocasión, operarios de Osasuna estuvieron trabajando desde las 7 de la mañana para limpiar el césped. Y se limpió, pero una nueva nevada a última hora dejó el terreno de juego con muchos más centímetros que los de ayer. Los trabajadores no daban abasto, porque cuajaba más rápido que lo que se podía limpiar. En aquél partido el balón no rodaba, ayer sí. Echamos de menos a Popovic quitando nieve con palas.

Es momento de decir que ya basta. Que ya basta de tomarnos el pelo. Basta de ceder a chantajes de los rivales, basta de ser el último mono. Si cada vez que cae un copo en El Sadar hay que suspender, esto no tiene ningún sentido. Basta de presumir ser la mejor liga del mundo y no contar con un balón reglamentario rojo o naranja para estos casos o de permitir que sea uno de los equipos quien decida si se juega en 24 horas o no. Basta de mentiras en las actas, como sucedió ayer: el colegiado señaló que la nieve arreció cuando se decidió retrasar el arranque, cosa rotundamente falsa, porque lo que pasó fue que dejó de nevar. No tiene sentido que se suspenda un partido de fútbol profesional mientras, a la vez, se están jugando encuentros de categorías inferiores y regionales en las mismas o peores condiciones. El cabreo no se pasa desde anoche, va en aumento. Fue una falta de respeto en toda regla.

Me alegra saber que Osasuna ha hecho valer sus derechos y ha presentado un recurso alegando incomparecencia del Nàstic, pero todos sabemos en qué va a acabar tal cosa, en agua de borrajas. El peso de Osasuna en las instituciones es ridículo. Una vez más, con todo esto, la perjudicada es la gente que bajó ayer a El Sadar a chupar frío esperando saber si se jugaba o no el partido. La perjudicada es la gente que se jugó el tipo en la carretera para ver y animar a su equipo. Y también salió muy perjudicada la gente que viajó desde Tarragona para animar a los suyos. El Nàstic se rio de nuestra afición a la cara y, lo que es peor, de la suya. Haciendo amigos.

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