Fuente: Osasuna.es |
¿A qué huelen las nubes? ¿Alguien
conoce la respuesta a esta mítica pregunta? Pues más o menos así andamos la mayoría
con el juego de Osasuna, que no sabemos responder a qué juega. “A nada”, dirá
mucha gente. Es la respuesta fácil a algo mucho más complejo que eso. Porque no
se trata sólo de ofrecer espectáculo, algo por lo que Osasuna no se ha
caracterizado nunca, se trata de transmitir, de contagiar a la afición ese
espíritu competitivo que siempre ha ido de la mano de este club. Y no, eso no
está pasando, ni se acerca a que suceda.
Parece que no somos capaces de
evitar el comparar, ese ejercicio que tan odioso es en ocasiones. Se nos viene
a la mente Enrique Martín y la temporada que logró realizar hace dos años. En aquella
ocasión el equipo tampoco jugaba “a nada”, también fue el dueño de los primeros
puestos durante una buena racha y cayó, como en esta ocasión, en un bache que
le hizo llegar a la última jornada sin depender de sí mismo para alcanzar los PlayOff.
Parece que la historia se repite paso a paso, al menos en cuanto a números y
resultados. Si bien entonces se alinearon los astros para que se produjera el
combo perfecto de resultados en el último momento, si eso pasará este año es
una incógnita.
Pero, lo que sí es cierto, es que
hay, fundamentalmente, dos grandes diferencias entre aquél Osasuna y este, pese
a todas sus similitudes. La primera es la confección de la plantilla.
Difícilmente podemos pedir los mismos resultados a un bloque configurado con un
límite salarial bajo, un tope de 18 fichas y una fuerte presencia de jóvenes
canteranos que a otro forjado a base de talonario, habiendo fichado a jugadores
contrastados de la categoría y relegando a la cantera a un segundo plano. No,
definitivamente la exigencia no puede ser la misma.
Esa falta de identidad, esa ausencia
de comunión entre equipo y grada ha provocado que, en las últimas jornadas, el
run run se haya intensificado. La música de viento ha comenzado a sonar en El
Sadar y es algo que no nos gusta. Con todo esto, los pitos son comprensibles, se
compartan o no. La situación se ha vuelto muy difícil de sostener y la directiva
debería empezar a tomar decisiones. El discurso de Luis Sabalza, en el que
afirmaba que en las Redes Sociales existe gente que sólo busca desestabilizar
al club, se ha desmontado. Hay quien lo ha comprado, quien incluso lo
ha llevado más allá transformándolo en una supuesta guerra entre “taliboinas” y
“talibraulios”. Pero nada más lejos de la realidad: este Osasuna aburre, desespera,
te duerme o te cabrea. La gente que sigue apoyando fervientemente a directiva y
entrenador se está quedando sola, la paciencia se ha ido consumiendo como la
cera de una vela desde hace meses y ya queda tan sólo el cabo. Desconozco si la
solución pasa por destituir a Diego Martínez en este momento, a final de
temporada, mantenerlo y confiar en el proyecto o cambiar media plantilla, pero
lo que parece claro es que hay que tomar decisiones.
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